martes, 27 de abril de 2010

El frío hielo del Ártico ha dejado paso a un cálido sentimiento que nos envuelve. Incluso en las noches más desiertas encontramos un compañero de viaje por todos aquellos sueños que todavía están por cumplir. El silencio vuelve a ser un arma de paz y tranquilidad. El silencio vuelve a nosotros para dejar pasar los segundos con gestos de ternura.
Hemos creado palabras demasiado lacónicas que incluso llegan a ser difíciles de pronunciar, aun sintiéndolas en lo más profundo de nosotros. Mas el tiempo nos enseña a hablar, y no hay sonido sin un corazón que verazmente las sienta.

Quizá alguna novela romántica ha derretido lo que quedaba de aquel frío hielo del Ártico que ha habitado en mi durante tanto tiempo...